No tenía ganas de luchar contra el mundo, es demasiado grande. Pero tampoco me apetecía quedarme sentada en aquella vieja silla viendo como mi vida pasaba y yo no hacía nada por hacerla un poquito mejor. Asíque cogí un poquito de valentía que guardaba en el cajón por si algún día me decidía a actuar, y un paquete de tabaco del segundo cajon, por si las cosas se torcían y eso me ayudaba a calmarme. Cojí mi móvil, pero sin embargo dejé las llaves sobre la mesa, porque si las cosas salían bien me quedaría con él toda la noche, y si salían mal, nada que hubiera en mi casa podría aliviarme. Cuando quise darme cuenta yo ya estaba junto a él, con la valentía desgastada y el paquete de tabaco en el suelo. No le gusta que fume, prefiere que le escoja como vicio pero que jamas lo guarde en el cajon, que en otra parte de mi habitación se estaría mejor.
Una calada más por tus recuerdos, o por cómo han llegado hasta aquí. Una calada por todas las veces que has dicho mi nombre en tu mente, por todos y cada uno de los besos que me diste y los que nos quedan por dar. Una por tus principios, otra por mi final. Una por nuestra noche y su ocasión. Otra por todo lo que callé. Y la última, una de esas largas para que me tengas en cuenta, siempre. Las que quieras mientras no haya amanecido que sepas que me encanta fumar, pero prefiero otro vicio.
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