Una calada más por tus recuerdos, o por cómo han llegado hasta aquí. Una calada por todas las veces que has dicho mi nombre en tu mente, por todos y cada uno de los besos que me diste y los que nos quedan por dar. Una por tus principios, otra por mi final. Una por nuestra noche y su ocasión. Otra por todo lo que callé. Y la última, una de esas largas para que me tengas en cuenta, siempre. Las que quieras mientras no haya amanecido que sepas que me encanta fumar, pero prefiero otro vicio.
domingo, 9 de enero de 2011
Ya no sé ni lo que quiero.
Tampoco sé lo que tengo. Puede que no tenga nada o quizás lo tenga todo, pero yo no me doy cuenta de nada. Porque mientras no sepa lo que quiero, no puedo buscar un motivo para sonreir. Mientras no sepa lo que quiero, no puedo echar de menos nada. Mientras no sepa lo que quiero, no sabré para qué vivo. Y quizás así es mejor, porque mientras no sepa lo que quiero, no sentiré nada. Ni placer ni dolor. Nada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario