Una calada más por tus recuerdos, o por cómo han llegado hasta aquí. Una calada por todas las veces que has dicho mi nombre en tu mente, por todos y cada uno de los besos que me diste y los que nos quedan por dar. Una por tus principios, otra por mi final. Una por nuestra noche y su ocasión. Otra por todo lo que callé. Y la última, una de esas largas para que me tengas en cuenta, siempre. Las que quieras mientras no haya amanecido que sepas que me encanta fumar, pero prefiero otro vicio.
viernes, 8 de abril de 2011
La vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
El café estaba demasiado caliente, así que mientras esperaba a que se enfriara, encendí mi cigarrillo rutinario de cada mañana con el mechero que él me había regalado. Cada calada me recordaba a él. Y el humo que salía del cigarro y de mi boca, era como si fuera cada lágrima que había derramado por él. Esto ya no tenía sentido. Ni tampoco comprensión. Y tampoco quiero buscarle la lógica.. ¿Para qué? No va a cambiar nada, así que para eso, prefiero mantener mi corazón al margen y que no sienta nada. Y cuando el corazón no siente, la mente llora y extraña, el alma se evapora, se acaba, como todo. Y que por mucha pasión que haya habido, ésta se esfuma. Aunque la vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
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Me encanta como escribiste tal vez me pase por mas entradas tuyas.
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